Corría el año 1930, cuando la Iglesia de la calle Donado 1631 a través de hermanos que estaban tratando de abrir nuevos surcos en distintos lugares de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, entre quienes se contaba a quien fuera, pocos años después un incansable misionero, don Luis Mangiarotti, con quien comenzaron reuniones en el patio de una casa de guardabarreras existente en las vías que unían en ese tiempo las vías del FCCA (hoy Bmé. Mitre) con el FCP (hoy FC San Martín) en la esquina de las calles Arévalo y Gorriti, cuya titular era la abuela de la esposa de Don Luis Mangiarotti, doña Teresa Ratti de Mangiarotti. Esta anciana, pese a no ser aún creyente, se esforzaba visitando a los vecinos de todo el barrio, convirtiéndose después ella también. Su nombre era doña Carolina de Storto. Muchas fueron las almas que escucharon en ese humilde lugar el Evangelio y se convirtieron varios, entre los cuales se cuentan María y Rosita Donato que luego fueran esposas de Emilio L.